Primero fue el propio cuerpo: las manos, en un juego como de “reserva”, apoyándolas sobre una superficie para pintar alrededor. Luego, con elementos naturales y calados: plantillas de papel perforadas, cuero o papiros calados, unos 2000 años a.C.  El atractivo de esta posibilidad gráfica fue adoptado rápidamente en el siglo XX por el arte decorativo con movimientos como el Art Noveau, el Art Deco y también más allá del arte: con fines propagandísticos, o la industrialización de motivos en azulejos y mosaicos.

Su popularización ganó terreno en los años 50 cuando Andy Wharhol diseñó las famosas latas Campbell y coloreó en serie la imagen de Marilyn. Entre el arte y el diseño crítico del capitalismo y el consumismo, la técnica salió de las fábricas y ateliers a conquistar las calles.

En la actualidad, los esténciles abarcan múltiples disciplinas artísticas: es un gran compañero del arte decorativo, sobre todo en este momento de auge del lettering. También su uso se extendió a las diversas técnicas de repostería y pastelería de diseño. Y en las calles, el arte urbano y los graffitis tienen en Bansky a su artista exponente del siglo XXI que utiliza complejos diseños de esténcil para su expresión.