Paleta de pintor:
más que una herramienta
Símbolo del arte, a lo largo del tiempo cambió en su materialidad, pero conserva su enorme uso.
La paleta, ese objeto de madera en el que los pintores preparan el material para darle forma a sus obras, se utiliza a menudo como símbolo universal del arte. Si quisiéramos disfrazarnos de artistas, lo más probable es que recurramos a una boina, un delantal lleno de colores y una paleta con forma de riñón.
Sin embargo, esta no es la única posibilidad. Hoy también se usan planchas de metal o vidrio, bandejas de plástico desechables y cuencos apoyados sobre una mesa, aunque los más tradicionales prefieren continuar con la paleta de madera de nogal rectangular o arriñonada por su gran utilidad. El material puede variar según la preferencia del dueño, siempre y cuando no sea poroso.
Por ejemplo, en la Antigüedad, los pintores empleaban conchas o tazas donde se ponían los colores ya preparados. Luego este objeto evolucionó hacia una paleta de madera de medidas reducidas con un pequeño orificio en donde se calza el dedo pulgar para que la mayor superficie descanse en el antebrazo. A propósito de esto, para elegir la paleta más adecuada hay que tener en cuenta el ángulo de bisel del agujero (el corte oblicuo en el borde de una superficie) porque la mayoría de las paletas en el mercado se adaptan mejor a personas diestras.
Con la misma mano que sostiene la paleta se pueden sujetar los pinceles, en un entrante de su silueta. Algunas, incluso, incluyen pequeños contenedores para el aceite de linaza y el aguarrás, necesarios en la pintura con óleo. Tanto con este recurso como con el acrílico, los colores se disponen a lo largo de sus bordes mientras que las mezclas cromáticas se realizan en los cuadrantes internos.
Las paletas son tan importantes en la identidad de quienes pintan que se las considera una especie de retrato indirecto de su propietario: muestran los tonos empleados y los aspectos de las manchas.