Unidos por
la aerografía
Tres artistas de diferentes perfiles comparten su llegada y tránsito por este arte actual que genera obras de realismo extremo y atrae especialmente a ilustradores y fileteadores. Con la reciente incorporación de Custom Art de Eterna –una línea de pinturas especialmente desarrollada para esta práctica– quienes aman la aerografía nos abren las puertas a sus espacios creativos. Les damos la bienvenida a nuestra comunidad de #inspiraciónEterna.
COMIENZOS:
Había terminado un taller de dibujo y pintura en el Instituto Mitre (Avellaneda) cuando hice mi primer curso de aerografía que duró 6 meses. Fue a finales de los años 90, enseñaban esta técnica, pero más basada en la ilustración. Quedé fascinado por el efecto realista que se podía lograr pintando con aerógrafo, una herramienta muy poco conocida para ese entonces.
LO PROPIO:
Tengo un estilo figurativo basado en el retrato y las caricaturas; pero son muchas las posibilidades al poder pintar sobre todo tipo de soportes: murales, remeras, esculturas, etcétera. Trato de no hacer siempre lo mismo así que voy probando distintas superficies y –de acuerdo a ellas– busco diseñar, ya sea para un proyecto personal o para un cliente.
CUSTOM ART:
Tener pinturas para aerografía en la Argentina es una bendición, era un insumo muy difícil de conseguir, y es vital para el desarrollo de este arte. Muchas veces teníamos que recurrir a pinturas importadas (difíciles de conseguir y a precios exorbitantes). Antes usaba las Pinturas para Tela de Eterna que iban muy bien, solo que tenía que diluirlas con agua, pero en ello los colores perdían bastante fuerza. En esta nueva línea, ya no necesito hacerlo, la concentración del pigmento es mucho mayor y sus acabados son más intensos.
COMIENZOS:
Me interesé de adolescente, cuando vi una revista de autos tunning que tenían diseños de calaveras y fuego, me encantaron. Años después, en 2010, caminando por Ciudadela encontré el taller de aerografía de José Gatica, y ese fue mi comienzo en este arte.
LO PROPIO:
Fue cambiando con los años. Me gustaba mucho pintar calaveras y diseños oscuros, actualmente me inclino más hacia lo caricaturesco, ya sea de personajes o de autos. Me gusta pintar personajes retro y estilo cartoon de súper héroes. Hoy también pinto dibujos y diseños que son propios. Mi taller está en mi casa, a veces voy cambiando hacia el lugar de la casa con más luz o por el gusto de cambiar. En el año 2020 ya tenía todo listo para comenzar a dar clases en un centro cultural de mi localidad, pero por la pandemia no se pudo dar; es un objetivo para más adelante.
CUSTOM ART:
Está buenísimo contar con una pintura de este nivel: son excelentes, fluyen muy bien y tienen una gran variedad de colores. Lo mejor es que ya no tengo que diluir otro tipo de pinturas para poder hacer aerografía.
COMIENZOS:
Comencé con la aerografía hace 10 años. Mi padrino me mostró un aerógrafo por primera vez y le estoy eternamente agradecido porque es lo que amo hacer y a lo que me dedico.
LO PROPIO:
Me gusta mucho pintar retratos y animales, pero también utilizo variedad de pinturas y superficies a la hora de realizar un trabajo. Desde hace tres años que tengo mi estudio, y allí mis alumnos pintan sobre metal, tela, cascos, impresión 3D.
CUSTOM ART:
Antes de que Eterna lanzara esta pintura, utilizaba Esmalte Acrílico al Agua, pero la tenía que rebajar con agua. Hoy contamos con las dos líneas –soft y hard–, y eso es buenísimo. En la aerografía es fundamental que la pintura fluya bien y sea la adecuada para el trabajo que uno desea realizar, así que me aporta tranquilidad en el funcionamiento del aerógrafo.
UN POCO DE HISTORIA
Esta práctica se enmarca entre las ramas de las Bellas Artes de la actualidad, quizás porque se vale de una herramienta como el aerógrafo para esparcir con presión regulada partículas de pintura a distancia sobre un soporte que puede ser casi cualquier objeto: indumentaria, bastidor, papel, también otros más grandiosos como vehículos, cascos o muebles. Antes de la herramienta y el motor que trabaja para expulsar la pintura, el ser humano se valió –ya en la época de las cavernas– de elementos para difuminar pigmentos a través un tubo (hueso o cañas) con el propio soplido.