OTOÑO en los extremos
Con la mirada familiar de cada uno de sus entornos, invitamos a cuatro librerías artísticas de cada punto cardinal a compartir (y descubrir) algo de sus paisajes.
En el hemisferio sur, el otoño comienza cada 21 de marzo; aunque de acuerdo a la región y al cambio climático puede manifestarse antes o después de esta fecha. En cualquier caso, es un momento del año marcado por el acortamiento de las horas de sol, la caída de las hojas de los árboles caducos y la variedad de tonos que van del ocre, el amarillo y el marrón hasta los rojos y los violetas. Afortunadamente, el otoño argentino se puede disfrutar de distintas maneras gracias a la extensión de su geografía.
NORTE, equilibrado
Miranda Torres de Papel Market Minorista está orgullosa de los paisajes de Salta. “El clima en otoño es benigno, ideal para descubrir escenarios naturales fascinantes como los Valles Calchaquíes en el camino hasta Cafayate”, explica. Esta ciudad es emblema de los vinos y es por esto que las vides de las bodegas y el museo temático pueden visitarse para profundizar en el conocimiento de su producción. Entre marzo y junio la temperatura aquí no es muy distinta aladel resto del año: la máxima es de 24° y la mínima es de 7°.
OESTE, alto y termal
En el límite con la cordillera de Los Andes, Rosa Rierade Librería Naelf (San Juan capital) opina que lo más bonito de sus pagos son las localidades de Calingasta, Barreal y Rodeo. Las dos primeras se encuentran en el Valle de Calingasta, entre la cordillera y la precordillera.
Aquí se puede hacer el circuito “Balcón de los 6 mil”, una travesía de 10 días para los fanáticos del montañismo. Además, en el Parque Nacional El Leoncito se puede conocer a la flora y fauna local (a veces se ven pumas que bajan de Los Andes) o visitar alguno de los dos observatorios desde donde se puede disfrutar del cielo. Más al norte, en Rodeo, las Termas de Pismanta, ubicadas a más de 2.000 metros de altura atraen a los turistas por su clima seco y sus vertientes curativas de alrededor de 45°.
SUR, majestuoso
Más de 1.500 km al sur, en Puerto Madryn, Javier de Librería Candilejas nos cuenta que de paso hasta su trabajo tiene la suerte de toparse con el Monumento al Indio Tehuelche: el sitio donde los lugareños disfrutan de reunirse para dar “la vuelta al perro”, especialmente los fines de semana. Creado por el escultor Luis Perlotti en 1965 para celebrar el centenario de la colonia galesa (al mismo tiempo se instaló otra obra dedicada a los inmigrantes), se encuentra en el bulevar Almirante Brown frente al parque histórico Punta Cuevas, al sur de la ciudad. “Además, desde aquí son majestuosas las vistas al Golfo Nuevo, donde las ballenas francas australes acuden para reproducirse de mayo a noviembre”.
ESTE, histórico
Sobre la costa bonaerense, Alfredo de Librería Luro (Mar del Plata) advierte: “La Feliz no solo es mar, también es campo, es sierras, es historia y misterio”.
Él ofrece un dato poco conocido y muy interesante: a 40 km de Cabo Corrientes, se encuentra el predio de La Copelina. “Mi madre recuerda que el lugar en donde se ubica el manantial de agua y la fábrica era un paseo ideal para pasar el día en familia. Allí se podía llenar botellones de la milagrosa agua mineral que brotaba desde una fuente con forma de Ángel”, señala.La Copelina tiene sus orígenes en los años ‘20, cuando Mar del Plata era la ciudad balnearia preferida por las familias más pudientes de la Argentina. En aquel entonces, los dueños de los campos descubrieron las propiedades minerales de estas aguas y decidieron instalar una embotelladora que luego abastecería a los hoteles más exclusivos del país.
“La fábrica funcionaba en un imponente edificio medieval que nos recuerda los barrios históricos de las más famosas ciudades europeas, al pie de la sierra. Hoy el edificio está abandonado, pero en su interior siguen las viejas máquinas, sobre una alfombra de chapitas y botellas de vidrio verdes descartadas a mediados de los ‘50, cuando la embotelladora cerró de forma sorpresiva”. ¿Cuál fue el motivo? “Leyendas hay muchas: Algunos le atribuyen contenido radiactivo al agua. Otros dicen que fue por un tema meramente económico ya que las grandes empresas de aguas internacionales habían llegado a nuestro país con tecnologías más desarrolladas que hacían poco rentable la competencia”.
El camino hasta La Copelina es toda una aventura: “Luego de recorrer la ruta 88, pasando Batán, hay que internarse en caminos rurales donde el llano se convierte en sierras hasta llegar a donde originalmente era la entrada al establecimiento”. En el trayecto aparecen los campos que Otto Bemberg -el pionero de la cerveza en Argentina- sembró con lúpulo para aprovechar la mineralización del agua de la zona. “Esto significa cruzar arroyos por viejos puentecitos, ideales para reflejarlos en un lienzo con los mejores acrílicos. La imponente sierra de fondo, con toda la gama de grises, parece un telón pintado. Luego de caminar más de 20 minutos por esas tierras verdes y lodosas; el edificio, fiel testigo de una época que ya pasó, llena el corazón de emoción”.