El poder transformador
del arte

El poder transformador del arte 05

Sebastián Cáceres es artista cinematográfico especializado en animación, nieto de Ubaldo Galuppo, pionero del dibujo animado en la Argentina. Desde hace 12 años eligió “la cara social del arte por sobre el entretenimiento” y comenzó a trabajar en la creación de programas vinculados a la cultura y al desarrollo social.

Así surgió en 2020 CREER PARA CREAR, ONG que invita a los chicos de barrios en situación de vulnerabilidad a explorar distintas experiencias sociales con metodologías vinculadas al arte y la psicología. “La puesta en práctica de los valores humanos y el aprendizaje de creer en uno mismo son factores fundamentales para poder crear tanto en el campo artístico como en el diseño del futuro del individuo”, describe.

Junto a un nutrido equipo de profesionales de las artes, la educación y la psicología, Cáceres lleva adelante distintos programas que buscan ejercer el arte y la creatividad como un medio para el desarrollo de habilidades blandas. Uno de ellos: Pequeños Grandes Artistas, el proyecto que este año se desarrolla en diferentes localidades de las provincias de Buenos Aires, Chaco y Jujuy, con el apoyo del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, Grupo Insuga y Exar, respectivamente, y el acompañamiento de primeras marcas de arte como Pinturas Eterna.

Creer para Crear
busca cumplir con los objetivos sociales de cada uno de los programas. Es decir, los fines artísticos no están por encima de los sociales.

Pequeños Grandes Artistas se divide en dos etapas. En la primera, los chicos realizan talleres y prácticas donde aprenden cómo usar un pincel, la clasificación de los colores y cómo combinarlos en una paleta, tipos de trazo, experimentan con herramientas caseras, entre otras actividades especialmente diseñadas y funcionales para encarar la segunda etapa: “pintar su propia obra plasmando un sueño, una experiencia de vida, un objetivo sobre un bastidor de 50 x 70 cm”, describe Cáceres.

Cada pintura luego es intervenida por un artista profesional que desconoce por completo su sentido original, incluso al autor, y con su propia interpretación le da un carácter único e irrepetible. “Es ahí cuando el programa cobra su sentido artístico y social junto a los chicos como autores y protagonistas de una verdadera obra de arte”, afirma orgulloso Cáceres.

“Creemos que esta segunda edición de Pequeños Grandes Artistas alcanzará un impacto social y cultural sin precedentes gracias a los 50 artistas participantes a nivel federal; cada uno con un estilo propio, identificado además con la cultura de sus respectivas provincias y/o comunidades”. La propuesta contempla exhibiciones de cierre en cada una de las provincias donde se encontrarán por primera vez niños y artistas para conocer cómo quedó finalmente cada obra y una exhibición federal que se realizará el 21 de noviembre en la Usina del Arte, ubicada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Tener sueños y proponerse metas es una de las habilidades más importantes que podemos enseñarles a los chicos, aportando a su formación como personas organizadas y comprendiendo los conceptos de esfuerzo y trabajo, captando el valor que tiene sus propios resultados y valorando así el de los demás. Confiamos en las herramientas del arte para transmitir esos conceptos. Nuestros programas ayudan también a construir su futuro: aprenden a ser más tolerantes y a tener mayor resistencia a la frustración. Por supuesto que no se trata de objetivos inmediatos, sino de brindar herramientas y experiencias que nutran el estímulo de estas habilidades indispensables para el desarrollo social de cada persona”, apuesta Cáceres.

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