Dalia Gutmann
Cosa de Minas (evolucionadas)
Dónde nace la inspiración de la comediante, locutora y madre de dos niños que es referente del stand up local.
Dalia está a las corridas. Uno de sus hijos tiene fiebre, ella tiene que seguir trabajando y ─en medio de la charla con BLANCO mag─, alguien le comenta algo que ella no logra responder como quisiera y nos dirá: “Uy, le contesté mal, me da culpa”. Si no escucháramos su voz claramente, de todos modos reconoceríamos por el contenido de sus palabras que se trata de una mujer. En enero cumplió 40 años y lleva casi una década haciendo “Cosa de minas”, un espectáculo de stand up en el que aborda las problemáticas del universo femenino. Además, es la autora y protagonista de “Cosa de mamis”, una obra que puso en escena con afiche capaz de arrancarle una sonrisa cómplice a cualquier madre: ella, llavero en mano, con la Rana René a upa, una camperita de jean (por las dudas) y un pesado bolso con quién sabe qué cantidad de cosas. Del proceso detrás de la creación de estos trabajos conversó con BLANCO mag.
BM. Siempre contás que conociste el stand up cuando fuiste a ver un show de Natalia Carulias. ¿Qué fue lo que te llamó la atención?
DG. Sí, fue por 2000, yo tenía 21 o 22 años. En realidad lo que me fascinó fue esa capacidad de alguien de reírse de lo que la hace sufrir: eso me volvió loca. En la adolescencia viví muy angustiada, era de sufrir mucho, entonces ver que se podía generar risas con algo negativo me pareció un descubrimiento espectacular. Y de hecho,la misma noche que volví de ver a Natalia -que ahora es amiga- me puse a escribir mi primer monólogo, que por supuesto nunca hice. Me inspiró un montón haber ido a verla.
BM. ¿Tenés algún tipo de formación como guionista?
DG. Cada tanto hago cursos de guión, pero carezco de estructura, me cuesta mucho. Soy mucho más de dejarme guiar por lo que tengo ganas de decir, por la inspiración, por lo que me pasa en ese momento… obviamente hay un guión, no es que lo escriba, lo tengo en la cabeza, pero no palabra por palabra. Después voy puliendo mucho arriba del escenario. Para mí lo más importante es tener ganas de hablar de eso para que el stand up funcione. Si tuviésemos que definir este género con una característica sería: todo tiene que sonar como que te está ocurriendo ahí, por más que lo tengas guionado. Entonces si repetís un texto o lo tenés muy estructurado, falta espontaneidad.
Antes sólo me interesaba causar gracia. Ahora entré en una etapa más profunda.
BM. ¿Lo practicás en tu casa o improvisás?
DG. ¡No! lo practico en mi casa, en la bañera, en la bicicleta. Ni a palos tengo el don natural de que me salga improvisado. Está híper ensayado, parezco loca, soy híper obsesiva. Le dejo un lugar a la improvisación porque si pasa algo esa noche me gusta aprovecharlo, pero soy muy aplicada.
BM. ¿Por qué elegiste retratar el mundo femenino?
DG. Porque es un mundo que me fascina. Ahora por suerte está cambiando todo. Antes casi todas las historias eran contadas por varones. Siempre me gustó ver películas dirigidas por mujeres, o escuchar a cantantes mujeres, siempre que la autora era mujer sentía una atracción especial y me gustaba. Me parecía que ese mundo era distinto al de los hombres y todavía me interesa investigar eso que nos hace distintos. Si bien me parece que en mil cosas somos iguales, me gusta mucho poner la lupa en lo que nos diferencia.
BM. ¿Para tus obras leés ensayos feministas?
DG. No, de chica era fanática de Simone de Beauvoir y de hecho ahora me compré su biografía. Pero en realidad prefiero leer ficción sobre las cosas que nos pasan a las mujeres.
BM. ¿Qué tiene que tener un comediante?
DG. Justo estábamos hablando de un comediante con mi marido (Sebastián Wainraich, actor y conductor de radio), y me dice: “Me dijeron que ‘tal’ es un poco depresivo”. HELLO! ¿Qué comediante no es depresivo? ¡Es obvio que te dedicás a esto para pasarla mejor porque la pasás mal! El comediante tiene que ser muy sensible, pero a su vez buscar todo el tiempo cosas para estar bien, para divertirse, para entretenerse. Ya que la vida es muy angustiante muchas veces, busquemos esos cosas que nos hacen bien.