Confieso que he vivido
Sellos, naturaleza, viajeros y camino.
Rastros en base a las memorias de Pablo Neruda.
Pablo Neruda eligió ese título para sus memorias: el recorrido abarca desde su juventud en Chile, sus viajes por el mundo como “embajador”, hasta su regreso al suelo chileno. Sus palabras trazan un rastro embriagador, estampan en quien lee una imagen vívida de esas experiencias. Con sellos naturales, orgánicos, vegetales… elegimos graficar algunos de los párrafos de su obra.
1. PRIMERAS HUELLAS de un LARGO CAMINO.
[…] —Somos unas viejas maniáticas —me dijo la menor. Durante 30 años habían sido visitadas por 27 viajeros que llegaron hasta esta casa remota, unos por negocios, otros por curiosidad, algunos como yo por azar. Lo nunca visto era que guardaban una ficha relativa a cada uno de ellos, con la fecha de la visita y el menú que ellas habían aderezado en cada ocasión.
—El menú lo conservamos para no repetir un solo plato, si alguna vez volvieran esos amigos.
Me fui a dormir y caí en la cama como un saco de cebollas en un mercado. […]
2. LA SALVACIÓN de un AMIGO.
[…] pretextando mi falta de tiempo, lo convencí de que me explayara verbalmente las ideas con las cuales pensaba salvar la humanidad.
—Es el huevo de Colón —me dijo—. Te voy a explicar. ¿Cuántas papas salen de una papa que se siembra?
—Bueno, serán cuatro o cinco —dije por decir algo.
—Mucho más —respondió—. A veces cuarenta, a veces más de cien papas. Imagínate que cada persona plante una papa en el jardín, en el balcón, donde sea. ¿Cuántos habitantes tiene Chile? Ocho millones. Ocho millones de papas plantadas. Multiplica Pablo, por cuatro, por cien. Se acabó el hambre, se acabó la guerra. […]
3. PERSONAJE DIGNO de DESCUBRIR.
[…] Pocas horas después compraba yo manzanas en una frutería cuando se detuvo un coche de caballos a la puerta. Bajó de él un personaje alto, desgarbado y vestido de negro.
También venía a comprar manzanas.
Llevaba sobre el hombro un loro completamente verde que de inmediato voló hacia mí y se plantó en mi cabeza sin miramientos de ninguna clase.
— ¿Es usted don Bartolomé? —pregunté al caballero.
—Esa es la verdad. Me llamo Bartolomé […]
4. PLANTAS de INDONESIA.
[…] Eran variedades del eucaliptus, desconocidas para mí. Hasta mi nariz bajó, desde la inmensa altura, una ola ría de perfume. Aquel emperador entre los árboles se había apiadado de mí, y una ráfaga de su aroma me había devuelto la salud. O tal vez sería la solemnidad verde del Jardín Botánico, la infinita variedad de las hojas, el entrecruzamiento de las lianas, las orquídeas que estallaban como estrellas de mar entre el follaje, la profundidad submarina de aquel recinto forestal, el grito de los guacamayos, el chillido de los monos, todo esto me devolvió la confianza en mi destino y mi alegría de vivir, que se iban apagando como una vela gastada. […]
5. EL COLOR de los POETAS ESPAÑOLES.
[…] Los únicos verdaderos ríos de España son sus poetas; Quevedo con sus aguas verdes y profundas, de espuma negra; Calderón, con sus sílabas que cantan; los cristalinos Argensolas; Góngora, río de rubíes. Vi a Valle-Inclán una sola vez. Muy delgado, con su interminable barba blanca, me pareció que salía de entre las hojas de sus propios libros, aprensado por ellas, con un color de página amarilla. […]
6. CUANDO HABLAN las RAÍCES.
[…] Nos dicen el secreto del árbol enterrado, el enigma que sustentaba el follaje, los músculos profundos de la dominación vegetal. Trágicas e hirsutas, nos muestran una nueva belleza: son esculturas de la profundidad: obras maestras y secretas de la naturaleza. […]
7. VOLVER a la PRIMAVERA CHILENA.
“Al volver a Chile me recibió una vegetación nueva en las calles y en los parques. Nuestra maravillosa primavera se había puesto a pintar de verde los follajes forestales. A nuestra vieja capital gris le hacen falta las hojas verdes como el amor al corazón humano. Respiré la frescura de esta joven primavera. Cuando estamos lejos de la patria nunca la recordamos en sus inviernos”.