Animarse
a la pintura abstracta
1. EXPERIMENTAR, SIEMPRE.
Cuando se decide empezar no hay claridad acerca qué nos gusta pintar: y no solo es lo que pintamos, la imagen o la estética, sino lo que sentimos al hacerlo. Está bueno animarse a recorrer un camino, pasar por distintas experiencias y estilos para luego formar la propia identidad con cada persona se siente a gusto.
A diferencia del realismo o lo figurativo, quienes hacemos abstracto pintamos sentimientos: no pretendemos dejar reflejada una imagen sino el sentir que nos produce una observación.
2. ANIMARSE AL BLANCO
La incertidumbre del lienzo en blanco es algo que se tiene desde el primer día que uno agarra un pincel. Me sirvió mucho desarrollar lo que yo llamo mente abstracta: empezar a pintar sin un proyecto previo en la cabeza, partir desde el caos o una mancha y dejar que progresivamente se vaya armando; llega un punto en que sucede la magia y aparece la obra. El camino tiene que ser intuitivo y lúdico, disfrutar el proceso y buscar la propia expresión. Iniciar una obra con un proyecto muy firme en la cabeza es probable que acabe en frustración.
3. LA ANSIEDAD DEL RESULTADO
4. ¿BASTIDOR, PAPEL, MADERA?
El soporte sobre el que se pinta es limitante (y en un punto, frustrante) por eso mejor no empezar a pintar en bastidor porque, de alguna manera, plantea llegar a un buen resultado. Desde mi propia experiencia, el camino que me sirvió es: hay que pintar con lo que se tiene a mano, con cualquier herramienta, en cinco minutos, con cualquier color. Así es posible descubrir los propios gustos: si preferimos pincel o espátula, los colores cálidos o los fríos, herramientas grandes o chicas.
La invitación es simple: audacia, audacia, audacia.
Crear con libertad, correrse de la mirada ajena y dejar que todo fluya.
5. ¿TAMAÑOS AMPLIOS O PEQUEÑOS?
Las obras tienen un recorrido y es un proceso de aprendizaje escalar en los formatos. Siempre es más fácil empezar en lo pequeño e ir incrementando a medida se afianza con los colores, las herramientas, los estilos.
7. HERRAMIENTAS Y MATERIALES
La falta de elementos no es excusa. Para todo, absolutamente todo, sirve: ramas, esponjas, con los dedos, la mano; todo sirve si hay ganas. Mezclar materiales también es válido porque en la experimentación está el camino del desarrollo propio.